La fiebre amarilla es una enfermedad viral grave causada por el virus de la fiebre amarilla, transmitido por mosquitos infectados. Afecta principalmente a zonas tropicales y puede causar daños hepáticos y renales severos, y en algunos casos, ser mortal.

El virus se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados del género Aedes, Haemagogus o Sabethes. Estos mosquitos se encuentran en áreas selváticas y urbanas de ciertas regiones tropicales.

Los síntomas iniciales incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular y malestar general. Los signos de alarma son sangrados, ictericia (color amarillo en la piel), vómito persistente, confusión y dolor abdominal severo. Si experimentas estos síntomas, es crucial buscar atención médica de inmediato.

La vacunación es la medida más efectiva para prevenir la fiebre amarilla. Protege a las personas de una enfermedad grave y potencialmente mortal, especialmente en áreas donde el virus es endémico.

Se recomienda la vacunación en toda la población susceptible a partir de los 9 meses de edad, incluidos los adultos mayores de 60 años, que residan, transiten o tengan previsto desplazarse por áreas con circulación activa del virus.

No deben vacunarse personas con sistemas inmunitarios debilitados (por ejemplo, aquellos con VIH sintomático o en tratamiento inmunosupresor), menores de 6 meses, embarazadas o personas con alergia grave al huevo. En estos casos, consulta con un médico.

La vacuna de fiebre amarilla se administra en una sola dosis de por vida, por lo que no se requieren refuerzos, salvo en situaciones especiales o en áreas de alto riesgo.